UN HOMBRE QUE REALMENTE SE METIÓ
EL PAÍS Y TODA SU GENTE EN
LA MOCHILA
CANTO A LA LIBERTAD
Habrá un día
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
Hermano, aquí mi mano,
será tuya mi frente,
y tu gesto de siempre
caerá sin levantar
huracanes de miedo
ante la libertad.
Haremos el camino
en un mismo trazado,
uniendo nuestros hombros
para así levantar
gritando libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
Sonarán las campanas
desde los campanarios,
y los campos desiertos
volverán a granar
unas espigas altas
dispuestas para el pan.
Para un pan que en los siglos
nunca fue repartido
que hicieron lo posible
por empujar la historia
hacia la libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
También será posible
que esa hermosa mañana
ni tú, ni yo, ni el otro
la lleguemos a ver;
para que pueda ser.
Que sea como un viento
que arranque los matojos
surgiendo la verdad,
y limpie los caminos
de siglos de destrozos
contra la libertad.
Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
José Antonio Labordeta
Somos
como esos viejos árboles
batidos por el viento
que azotan desde el mar.
Hemos
perdido compañeros,
paisajes y esperanzas
en nuestro caminar.
Vamos
hundiendo en las palabras
las huellas de los labios
para poder besar
Tiempos,
futuros y anhelados,
de manos contra manos
izando la igualdad.
Somos
como la humilde adoba
la sombra del hogar.
Hemos
perdido nuestra historia,
canciones y caminos
en duro batallar.
Vamos
a echar nuevas raíces
por campos y veredas
para poder andar
Tiempos
que traigan en su entraña
esa gran utopía
que es la fraternidad.
Somos
igual que nuestra tierra
suaves como la arcilla
Hemos
atravesado el tiempo
dejando en los secanos
nuestra lucha total.
Vamos
a hacer con el futuro
un canto a la esperanza
y poder encontrar
Tiempos
cubiertos con las manos
los rostros y los labios
que sueñan libertad.
Somos
como esos viejos árboles.
CADA TARDE
Cada tarde
un viento huracanado
me estremece.
Son las sombras de todos los ancestros
y la línea final
de este viejo y siniestro Labordeta.
De mí no queda casi nada
y ellos, que se lo saben,
me asedian en las tardes de cierzo
como si nada quedara del recuerdo.
Se van. Nos vamos. Todos.
La esperanza se quedó arrinconada,
la libertad se tambalea
y todo lo que pensamos que un día llegaría
se ha quedado desierto en la memoria.
Tardes de fábula dorada
muertas en el secuestro de los días.
JOSÉ ANTONIO LABORDETA
Seguro Abuelo que desde donde estés, seguirás luchando por la Libertad. Creo que todos seguimos necesitando lo que con tu partida te llevas, ganas de vivir, de luchar, de ponernos al lado de nuestros iguales, con sencillez y honestidad, como tu eras. Llamándole al pan pan y al vino vino. Y si hay que alzar la voz y mandar a alguien a LA MIERDA, pues también, enséñanos a hacerlo con esa tranquilidad y exquisitez a la que nos tenias acostumbrado. Mis recuerdos
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