FPacheco ENTRE MI GENTE

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lunes, 20 de septiembre de 2010


UN HOMBRE QUE REALMENTE SE METIÓ 
EL PAÍS Y TODA SU GENTE EN
 LA MOCHILA                                 


  CANTO A LA LIBERTAD

Habrá un día

en que todos

al levantar la vista,

veremos una tierra

que ponga libertad.

Hermano, aquí mi mano,

será tuya mi frente,

y tu gesto de siempre

caerá sin levantar

huracanes de miedo

ante la libertad.

Haremos el camino

en un mismo trazado,

uniendo nuestros hombros

para así levantar

a aquellos que cayeron

gritando libertad.

Habrá un día

en que todos

al levantar la vista,

veremos una tierra

que ponga libertad.

Sonarán las campanas

desde los campanarios,

y los campos desiertos

volverán a granar

unas espigas altas

dispuestas para el pan.

Para un pan que en los siglos

nunca fue repartido

entre todos aquellos

que hicieron lo posible

por empujar la historia

hacia la libertad.

Habrá un día

en que todos

al levantar la vista,

veremos una tierra

que ponga libertad.

También será posible

que esa hermosa mañana

ni tú, ni yo, ni el otro

la lleguemos a ver;

pero habrá que forzarla

para que pueda ser.

Que sea como un viento

que arranque los matojos

surgiendo la verdad,

y limpie los caminos

de siglos de destrozos

contra la libertad.

Habrá un día

en que todos

al levantar la vista,

veremos una tierra

que ponga libertad.

                   José Antonio Labordeta

Somos
como esos viejos árboles

batidos por el viento

que azotan desde el mar.
Hemos
perdido compañeros,
paisajes y esperanzas
en nuestro caminar.
Vamos
hundiendo en las palabras
las huellas de los labios
para poder besar
Tiempos,
futuros y anhelados,
de manos contra manos
izando la igualdad.

Somos
como la humilde adoba

que cubre contra el tiempo

la sombra del hogar.
Hemos
perdido nuestra historia,
canciones y caminos
en duro batallar.
Vamos
a echar nuevas raíces
por campos y veredas
para poder andar
Tiempos
que traigan en su entraña
esa gran utopía
que es la fraternidad.

Somos
igual que nuestra tierra

suaves como la arcilla

duros del roquedal.
Hemos
atravesado el tiempo
dejando en los secanos
nuestra lucha total.
Vamos
a hacer con el futuro
un canto a la esperanza
y poder encontrar
Tiempos
cubiertos con las manos
los rostros y los labios
que sueñan libertad.

Somos
como esos viejos árboles.



CADA TARDE

Cada tarde
un viento huracanado
me estremece.
Son las sombras de todos los ancestros
y la línea final
de este viejo y siniestro Labordeta.
De mí no queda casi nada
y ellos, que se lo saben,
me asedian en las tardes de cierzo
como si nada quedara del recuerdo.
Se van. Nos vamos. Todos.
La esperanza se quedó arrinconada,
la libertad se tambalea
y todo lo que pensamos que un día llegaría
se ha quedado desierto en la memoria.
Tardes de fábula dorada
muertas en el secuestro de los días.

JOSÉ ANTONIO LABORDETA


Seguro Abuelo que desde donde estés, seguirás luchando por la Libertad. 
Creo que todos seguimos necesitando lo que con tu partida te llevas, ganas de vivir, de luchar, de ponernos al lado de nuestros iguales, con sencillez y honestidad, como tu eras. Llamándole al pan pan y al vino vino. 
Y si hay que alzar la voz y mandar a alguien a LA MIERDA, pues también, enséñanos a hacerlo con esa tranquilidad y exquisitez a la que nos tenias acostumbrado. 
Mis recuerdos


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